La maternidad es borrosa.
El bebĂ© nace, hay mucho dolor, sangre y lactancia, no mucho sueño, seguido de la vigilancia del suicidio durante unos dos años, el del niño, no el tuyo, mientras camina, luego corre y luego cae en picado. sofá en un abrir y cerrar de ojos. Luego comienzan los años de traslado, de ida y vuelta de la escuela, de ida y vuelta de las lecciones de guitarra y las fechas de juego y pijamadas, un millĂłn de veces, en serio, tal vez más, quiĂ©n puede contar, estamos tan cansados. Y, oh, las comidas que hay que hacer, ¡tantas comidas! Solo hay tantas maneras de hacer que el pollo sea emocionante en una noche escolar, lo siento, chico, sĂ, volveremos a comer brĂłcoli, ÂżquĂ© te parece?
Luego están todas esas fiestas de cumpleaños y excursiones y las inevitables lágrimas por sentirse excluidas durante una u otra que necesitan una limpieza inmediata más una taza gigante de chocolate caliente, pero espera, oh Dios mĂo, nos hemos quedado sin malvaviscos, ¡dĂ©jame ponerme mis botas de nieve y mi crucifijo y ve a buscarlas! Luego comienza el club 4-H, no, ese, el otro: hormonas, desamor, tarea y productos para el cabello, y luego se olvida de decirte que está en esa fiesta, y encuentras los papeles en el cajĂłn, e intentas que el condĂłn hable, pero Ă©l está como, oh Dios mĂo, por favor, mamá, detente, en serio, relájate, lo entiendo, y te quedas despierto hasta tarde esperando que vuelva de la fiesta, vivo, por favor Dios, HarĂ© cualquier cosa si dejas que vuelva a casa VIVOy luego, bada-bing, bada-boom! Se va a la universidad.
Y luego: grillos.
¡Malditos grillos!
Pasarán meses y no escuchará ni un solo pĂo de su hijo en edad universitaria. Ese niño a quien amamantaste, transportaste y abrazaste mientras lloraba. Ahora eres un hĂgado picado, una vergĂĽenza, una reliquia antropolĂłgica de su pasado loco: oh, sĂ, esa señora, no te preocupes por ella, es mi madre, está atrapada en los años 70 o algo asĂ, en serio, deberĂas verla. Lista de reproducciĂłn de Spotify, tiene a Neil Diamond.
Y si envĂa un mensaje de texto, lo prometo, estará demasiado ocupado divirtiĂ©ndose para responderle.
Anoche, despuĂ©s de ganar su Oscar, J.K. Simmons utilizĂł una parte considerable de su tiempo de discurso asignado para decirle a las buenas personas del Planeta Tierra que llamaran a sus madres: “Todos, me han dicho que hay como mil millones de personas más o menos, llama a tu mamá, llama a tu papá”. Si tienes la suerte de tener uno o dos padres vivos en este planeta, llámalos. No envĂe mensajes de texto, no envĂe correos electrĂłnicos. Llámalos por telĂ©fono. Diles que los amas y agradĂ©celes y lo harás con ellos mientras quieran hablar contigo ”. Tuve la tentaciĂłn de dejar esta cita, sin más comentarios, en el muro de Facebook de mi estudiante de segundo año.
Por suerte para Ă©l, me resistĂ.
Para ser justos, estaba visitando al niño el fin de semana pasado para verlo en una obra de teatro, porque me encanta visitar Chicago en un fin de semana de vĂłrtice polar en febrero, y desde el momento en que lleguĂ© hasta el momento en que me fui, Ă©l estaba ocupado. Quiero decir, tenĂa un papel para escribir, luego tenĂa una obra de teatro que interpretar, luego tenĂa una práctica de cappella hasta bastante despuĂ©s de la medianoche, luego tenĂa que llevar a su hermana a una fiesta de fraternidad, y en algĂşn lugar de allĂ se suponĂa que debĂa dormir. , pero lo dudo seriamente.
Ensayo a medianoche a capella
Solo para que todos se sientan mejor, especialmente aquellos de ustedes con niños en edad universitaria y largas pilas de burbujas de texto azul sin respuesta, voy a humillarme aquà por un momento y mostrarles cinco capturas de pantalla de los mensajes de texto que envié a mi hijo durante su primer año de universidad.
Espere hasta que tenga su primer bebĂ© y me envĂe todos esos frenĂ©ticos “¡Oh Dios mĂo, mamá, el bebĂ© es amarillo!” o “ÂżCĂłmo hago para que deje de llorar?” o “¡Ayuda! ¡Ven aquĂ ahora mismo y sálvame! mensajes
Si, tienes razón. Le enviaré un mensaje de texto totalmente de vuelta.