Pero este Ășltimo fin de semana, me di cuenta de algo. EchĂ© un vistazo largo a todos mis hijos, que no estaban haciendo nada en particular, solo estaban colgados en el sofĂĄ siendo niños, y me sorprendiĂł: todos estĂĄn creciendo. Esto es todo, el año pasado tendrĂ© un “creyente” en la casa.
Mi hijo mĂĄs joven todavĂa estĂĄ en esa edad en la que hay una inocencia en Ă©l, un tipo de inocencia esperanzadora, deseosa e inquebrantable-creencia-en-todas-las-cosas-Santa. ÂżCĂłmo no me di cuenta de que este puede ser el Ășltimo año de eso? Lo ha hecho obvio al salir corriendo de la cama todas las mañanas para buscar a su Elfo (que Ă©l cree que es totalmente real), y me ha entregado su carta a Santa, que estaba firmada, sellada y cuidadosamente envuelta en una pegatina y brillo. sobre cubierto. Pero he estado demasiado ocupado resoplando y resoplando sobre mi lista de tareas pendientes de Navidad para notar que todavĂa cree.
TodavĂa tengo un creyente en la casa.
Supongo que es la maldiciĂłn del Ășltimo niño. Los pasillos santos no estĂĄn cubiertos, porque como madres, nos convertimos en un poquito “sobre” las cosas cuando el Ășltimo niño se da la vuelta. Hemos hecho todas las primeras Navidades del bebĂ©, todas las grandes salidas para una foto en el regazo de PapĂĄ Noel. Hemos esperado alegremente la llegada de cajas de Amazon llenas de vĂas de tren, pistas de autos y barcos piratas que estĂĄbamos ansiosos por armar y hacer un gran “ÂĄDe Santa!” etiquetas para. Hemos organizado fiestas de galletas, fiestas de pijamas navideñas, cosimos nuestra parte de disfraces de belenes y nos tomamos el tiempo para llevar a cada niño solo a comprar a su padre y sus hermanos. Hemos comprado pijamas a juego para todos los pequeños, conducimos noche tras noche para mirar las luces, y hablamos constantemente sobre la llegada de Santa Claus mientras hacĂamos cadenas navideñas de cuenta regresiva en rojo y verde. Ya lo hemos hecho todo.
Para el Ășltimo niño, es mĂĄs como, “ÂżQuieres comprar para papĂĄ? AquĂ estĂĄ mi inicio de sesiĂłn de Amazon. ÂżNecesitas pijamas navideños? Hay una caja en algĂșn lugar que no tengo la energĂa para encontrar o desempacar. ÂżUna foto con Santa? DĂ©jame Photoshop en uno. Juguetes? No tengo idea de lo que quieres, solo usa esta tarjeta de regalo. ÂżQuieres ir a ver luces? Tenemos una hebra en un ĂĄrbol afuera, ahĂ tienes. ÂżQuieres estar en la obra de la iglesia? Por favor, no, no este año.
Me avergĂŒenza.
Esta mañana camino a la escuela, recibĂ una gran bofetada de Grinch en la cara. Mi hijo mĂĄs joven, con una expresiĂłn de profundo pensamiento, dijo: “Sabes, creo en Santa Claus, ya no es tanto el reno, porque ya sabes, todo el asunto del vuelo”.
Me quedĂ© helada. AllĂ estaba. El principio del fin de creer. SabĂa que para el año prĂłximo, todo terminarĂa. MirĂ© por el espejo retrovisor para prepararme para lo que su hermano mayor iba a decir en respuesta. Esta es su oportunidad, pensĂ©. Esta es su oportunidad de ser ese hermano mayor sarcĂĄstico que le dice a su hermano pequeño que no hay tal cosa como Santa y los renos voladores. Se volviĂł hacia su hermano pequeño y le dijo: âPor supuesto que pueden volar, tonto. Santa les da de comer comida mĂĄgica de renos que les da la capacidad de volar “.
Mi hijo menor sonriĂł y dijo: “Oh, sĂ, apuesto a que tienes razĂłn”.
Di un suspiro de alivio. Y asĂ, aunque la Navidad puede parecer un momento de abrumadoras listas de tareas pendientes, voy a comenzar a verlo como una oportunidad para brindarle una Ășltima temporada mĂĄgica a mi Ășltimo hijo.
Voy a encontrar esa maldita caja de pijamas navideños, y voy a hacer una cadena de cuenta regresiva roja y verde. Vamos a hornear galletas para Papå Noel, y vamos a hablar sobre comida mågica de renos y trineos lo suficientemente grandes como para llevar regalos para cada niño del mundo, y cómo los elfos del Polo Norte estån haciendo juguetes en este mismo momento.
Dentro de doce meses, es probable que tenga un hijo que se haya dado cuenta. Pero por ahora, nos vamos a dejar llevar por la magia de Santa. Por ahora, vamos a creer.