“¡Eres la mamá más mala de todos los tiempos! ¡No te amo! ¡Ni siquiera me gustas! “ Ana Lu chilló, pisando fuerte en el suelo, con los brazos a su lado, las manos apretadas en pequeños puños … espera … seguido por el pisotón por excelencia de la habitación. Entra en su habitación, se catapulta a sí misma en su cama, tira del edredón sobre su cabeza y gruñe octavas más altas de lo necesario, asegurándose de que obtenga el memo que está enojada.
Nota para mí: lleva a este niño a clases de actuación. Su talento natural para el drama es extraordinario. Recientemente, mi amiga me recomendó que llevara a Ana Lu a clases de teatro, que tal vez ella canalizaría su habilidad inherente para el drama en un teatro, en lugar de en nuestra casa.
Solo puedo esperar.
Sigo a Ana Lu a su habitación, me arrodillo junto a su cama y suavemente pongo mi mano sobre su espalda. Ella se retuerce, se aleja y gruñe abiertamente de nuevo.
“Todavía te amo, cariño”.
Es lo primero que digo cada vez que dice que soy malo o que me odia. No me malinterpreten, no es como si estuviera demasiado alegre en este momento. Por dentro estoy furioso porque sé que busqué a mi mami para criarla, así que me dijeron que me refiero a que al establecer una regla básica realmente me molesta.
Si soy honesto, hay muchas veces que he considerado sacar mi pie para hacerla tropezar cuando ella pisa toda actitud con actitud hacia su habitación.
Pero independientemente de mi deseo intermitente y poco saludable de hacer tropezar a mi hija de cinco años cuando está actuando como un imbécil … Siempre estoy atento a decir: “Todavía te amo”.
Siempre quiero que ella sepa, no, es vital que ella sepa que puede ser real conmigo. Que puedo soportarlo. Le pregunto si quiere que me quede. Ella murmura: “Sí”, en un tono de voz que comunica: “Te necesito, pero no te quiero”.
Me siento en su cama, empiezo a frotarle la espalda y siento que su pequeño cuerpo se relaja bajo mi cariño. La mayoría de las veces, después de sentarme con ella por un minuto, ella recupera la confianza de que mi amor es incondicional, y me siento bien con su charla conmigo; ella está lista para estar sola. Ella susurra suavemente: “Espacio, por favor”. Ella sabe que necesita tiempo a solas para relajarse.
Gracias a Dios.
Yo también lo necesito desesperadamente.
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