El verano ha sido difÃcil.
Mi esposo se va a trabajar y miro el reloj como si de alguna manera me resolviera el problema de llenar el dÃa con actividades. Tengo los tres hijos en casa. Soy su fuente de entretenimiento, su proveedor de todas sus necesidades. Intento establecer citas para jugar, pero nuestros amigos se han dispersado a las playas y reuniones familiares, o trabajan, como solÃa hacerlo.
Fantaseo con la playa en dÃas tan calurosos que la calzada nos quema los pies y nos obliga a retirarnos a nuestra casa con aire acondicionado donde todas las persianas están cerradas. Estos son dÃas en que el contenido de nuestra sala de juegos se arrastra lentamente de una habitación a otra hasta que siento que estoy viviendo en un oscuro infierno de piezas de juegos de mesa y ropa de Barbie.

No hace falta decir que he estado listo para que comience la escuela desde hace algún tiempo.
Aún asÃ, mi inmenso alivio al reducir mi carga diaria de tres niños a uno, especialmente mientras compraba comestibles, no ha eclipsado el hecho monumental de que mi hijo mayor está comenzando el jardÃn de infantes. ¡JardÃn de infancia! Como la mayorÃa de los hitos en la vida de mis hijos, esta nueva transición está causando algunas emociones muy mezcladas en esta madre. PermÃtame describirlos para usted:
Ansiedad. Me preocupo por las pequeñas cosas. Mi mayor no es una persona madrugadora. Tampoco soy una persona mañanera. Actualmente, nuestro proceso de preparación por la mañana es el siguiente:
Yo: Es hora de vestirse ahora.
Yo (cinco minutos después): Es hora de vestirse ahora. ¿No me escuchaste hace cinco minutos decir que es hora de vestirme ahora?
Yo (otros cinco minutos después): ¿En serio todavÃa no estás vestido?
Luego tengo que agarrar las llaves y los otros niños y fingir que la voy a dejar allà sentada solo en ropa interior, porque las chicas que prefieren hacer un ¿Dónde está Waldo? Enigma por enésima vez en lugar de obedecer a sus madres, merecen quedarse en casa solas en un acto de grave abandono.
Hay berrinches. Hay lágrimas Las mañanas en nuestra casa no son las mejores. Solo Dios sabe lo que traerá el próximo martes por la mañana, pero es muy posible que mi hijo sea el único niño que llegue tarde el primer dÃa de jardÃn de infantes.

Ansiedad. Hemos consultado con todos sus amigos de preescolar, y ninguno de ellos está en la misma clase de jardÃn de infantes que mi hijo. Ahora, soy una de esas madres que no leen demasiado profundamente el estado psicológico de mi hijo. A pesar de que está decepcionada de no estar con sus amigos, el niño lo superará. Ella estará bien. Aun asÃ, sé que pensaré en ella ese primer dÃa y me preguntaré si se siente sola o excluida, y sentiré un poco de angustia materna.
Ansiedad. Esta es mi primera experiencia como padre de familia en una escuela pública. Conozco a muchas personas que parecen ser expertas en la navegación para dejar y recoger, almuerzos escolares, PTA, tareas y todo lo demás que aún no conozco. Algún dÃa seré una de esas personas, pero en este momento me siento como alguien entrando en su primera clase de Zumba: estúpido y perdido.
Ansiedad. Por favor, que no sea “esa niña”. Por favor, deje que se quite los dedos de la nariz, use sus modales y deje de hablar cuando la maestra le diga que se calle. Por favor, entre las 7:30 y las 2:30, que no use las palabras “vagina” o “pezones”, que son dos de sus términos favoritos. Por favor, déjenla salir al mundo y mostrarles a todos lo increÃble padre que soy.
Entonces, sÃ, tal vez estoy un poco ansioso por el jardÃn de infantes, no es que alguna vez lo transmita a mi hija de 5 años, quien ciertamente tiene sus propias ansiedades. Por su bien, me mantendré unida el tiempo suficiente para enviarla a su nuevo salón de clases con un abrazo tranquilizador y un saludo. Entonces sollozaré un poco en el auto. Luego dejaré a mi hija del medio en el preescolar y me dirigiré a la tienda de comestibles con el bebé, pensando en la suerte que tengo de tener 180 dÃas de esto antes del próximo verano.
