Creo que la mayorĂa de nosotros los padres no tenĂamos idea de lo que estábamos haciendo cuando comenzamos a tener hijos. Tuve la suerte de haber ayudado a mi madre con mi hermano pequeño cuando era más joven, asĂ que hice cosas como alimentar con biberĂłn y cambiar pañales, pero más allá de eso, no era un experto.
No me da vergĂĽenza admitir que no sabĂa nada sobre la lactancia materna antes de investigar. ParecĂa algo de lo que nadie hablaba. Me alimentaron con fĂłrmula, y tambiĂ©n mis hermanos. Durante mucho tiempo, pensĂ© que asĂ era. ÂżQuiĂ©n sabĂa que nuestras tetas hacĂan leche? ÂżY que era suficiente para mantener a un bebĂ© vivo y saludable? Estaba tan impresionado y fascinado. Desde ese momento, supe que era lo que querĂa hacer con mi bebĂ©. ParecĂa que podrĂa ser una experiencia de uniĂłn excelente, y que era lo mejor que podĂa hacer por mi hijo y por mĂ mismo.
Definitivamente no estaba abierto al cambio cuando naciĂł mi primer hijo. Ahora sĂ© lo ingenuo que era al pensar que todo saldrĂa exactamente como querĂa y que cumplirĂa al 100% mi plan de parto sin problemas. Por supuesto, cuando se trataba de amamantar, tenĂa la misma mentalidad. Si otras madres podrĂan hacerlo, Âżpor quĂ© yo no? Se supone que es esta cosa hermosa y natural.
DespuĂ©s de dar a luz a mi bebĂ©, aprendĂ lo difĂcil que puede ser.
Desde el principio, la lactancia materna fue un trabajo muy duro. ImagĂnese simplemente empujando a un humano, y que ese no sea el proceso más difĂcil. Como dije, realmente no sabĂa mucha informaciĂłn, asĂ que tuve que averiguarlo a medida que avanzaba.
La mayor lucha fue entender por quĂ© mi leche aĂşn no habĂa entrado. PasĂł casi un dĂa completo antes de que incluso el calostro comenzara a salir. Además, ÂżquiĂ©n sabĂa que existĂa? ÂżCosas amarillas y pegajosas que se escapan antes que la leche real? SentĂ que no sabĂa lo que estaba haciendo. ÂżCĂłmo diablos podrĂa llevar a un hogar humano que respire y cuidar de ellos?
Terminamos usando protectores de pezones, porque mi hijo no podĂa acostumbrarse a engancharse solo. MentirĂa si dijera que fueron divertidos. Los encontrĂ© increĂblemente incĂłmodos, pero estaba dispuesto a probar cualquier cosa porque necesitaba comer.
Desde mi punto de vista, creĂa que iba bastante bien. Su peso, sin embargo, demostrĂł que no lo era. Entre el nacimiento y su primera semana en casa, perdiĂł 1,5 libras. Estaba aterrado. De vuelta en el hospital, le dieron una pequeña fĂłrmula para suplementar hasta que llegara la leche. DespuĂ©s de su primer pesaje en la oficina del pediatra, comenzamos a suplementar de nuevo y comencĂ© a bombear.
Solo producirĂa aproximadamente 0.5 oz por lado despuĂ©s de 30-40 minutos de bombeo. Estaba exhausto, me sentĂa derrotado. Pero más allá de cualquier otro sentimiento, me sentĂ como un fracaso. No entendĂa por quĂ© me estaba costando tanto. Además de eso, estaba luchando contra la tristeza del bebĂ© y la abrumadora ansiedad de volver a trabajar a las seis semanas despuĂ©s del parto. Entonces pensĂ© para mĂ mismo, “tal vez estoy mejor en el trabajo, no es como si Ă©l necesita que coma de todos modos”.
Continuamos incorporando fĂłrmula y cualquier leche materna que pudiera extraer. Una vez que ese niño recibiĂł más de un biberĂłn, no quiso tener nada que ver con el seno, y fue entonces cuando comencĂ© a bombear exclusivamente y darle fĂłrmula. Bombear en el trabajo fue mi peor pesadilla. Apenas podĂa ganar tiempo, constantemente me hinchaba y contraĂa mastitis, básicamente una infecciĂłn debido a los conductos de leche obstruidos en mis senos.
Este fue un ciclo continuo durante algunas semanas. RegresĂ© a trabajar a tiempo completo, cuidando a un reciĂ©n nacido solo cuando estaba en casa y estaba cansado y casi siempre con dolor. A pesar de que sabĂa que lo correcto para mi cuerpo era dejar de fumar y cambiar a una fĂłrmula exclusiva, me costĂł dejarlo ir.
Mirando hacia atrás ahora, tomĂ© la mejor decisiĂłn posible para mĂ y para mi hijo. Aproximadamente 12 semanas despuĂ©s del parto, dejĂ© de bombear e hice el cambio completo a la fĂłrmula. Estaba más feliz y me sentĂa más conectado con Ă©l. Además, a mi esposo le encantaba poder dar botellas. Me arrepiento de cero.