Los lunes por la mañana, los pájaros parecen piar más fuerte que cualquier dÃa de la semana. No es solo porque es verano y en el medio oeste, el sol sale todo el dÃa. Es principalmente porque es el primero de tres dÃas a la semana que mi hijo tiene preescolar.
Prepararlo es tedioso: se despierta con un “diez” todas las mañanas. Pero después de escribir mi nombre en esa hoja de firmas en la escuela, todo está bien con el mundo.
No me malinterpretes, amo a mi hijo. Me hace sonreÃr y me da alguien con quien hablar porque su hermana de ocho meses no es una de muchas palabras. Pero tiene tres años y lo tiene. Mucho. EnergÃa. Se vuelve abrumador realmente rápido. Creo que los niños deberÃan ser niños y, como no tengo tiempo para jugar con él las 24 horas, la mayorÃa de las veces estoy trabajando en una computadora, lo envÃo al preescolar.
Sé que es el mejor lugar para él. Es realmente inteligente, extremadamente social y aprende rápido. Como padre, es mi trabajo proporcionarle las herramientas a las que tengo acceso para aumentar las posibilidades de que tenga éxito en la vida. Tenerlo sentado frente a un televisor mientras estoy irritado y gritar “¿Qué fue ese ruido” cada cinco minutos no va a hacer eso.
Entonces, decidà buscar ayuda durante el preescolar.
Por supuesto, lo extraño y pienso en él regularmente durante el dÃa escolar. Pero sé que está en buenas manos. Me consuela saber que al enviarlo al preescolar, le estoy dando a su hermana menor la oportunidad de experimentar la misma atención personalizada que tuvo en la infancia.

DesearÃa que mi perspectiva de la situación fuera en blanco y negro; nos beneficiamos, por lo tanto, estoy agradecido. SerÃa genial si pudiera proclamar en voz alta desde las colinas que enviar a mi hijo al preescolar me permite descansar y ser una mejor madre para mis dos hijos. Hace maravillas para mi salud mental y me da la oportunidad de seguir dando pequeños pasos hacia mis sueños mientras experimenta los altibajos de la maternidad.
Pero no lo es, porque la mayorÃa de las veces no me siento bien por mucho tiempo antes de sentir una inmensa y pesada culpa, principalmente porque el mundo piensa que desde que tomé la decisión de tener hijos, deberÃa ser mi única responsabilidad. cuida de ellos. He hecho que señoras mayores sugieran que tome la salida fácil. Insinúan su creencia de que si no pudiera soportar estar en casa con los niños a tiempo completo y que estoy persiguiendo mis sueños profesionales, deberÃa haber renunciado a uno o no haber tenido hijos. Son las mismas personas que hacen comentarios sobre cómo las madres en estos dÃas están menos comprometidas con nuestros hijos y usan la tecnologÃa como un reemplazo para la conexión genuina entre padres e hijos.
Es gracioso que no tengan ninguna crÃtica de las enormes disparidades emocionales / domésticas que afectan a nuestras familias. Quizás están demasiado ocupados creyendo que deberÃa pasar mi tiempo cocinando y limpiando en lugar de ayudar a mi esposo a pagar nuestras cuentas. Olvidan que un dólar no llega tan lejos para nosotros como lo hizo para ellos.
Sé que lo que dicen es una tonterÃa. Pero eso no significa que no duele.
Sus palabras me hacen sentir avergonzado y responsable de mis luchas. La culpa de mi madre se filtra en mi cerebro y me hace cuestionar cada decisión que he tomado en relación con mis hijos. En esos momentos, empiezo a sentirme egoÃsta por enviarlo al preescolar.
Y empiezo a soñar sobre cómo serÃan mis hijos si tuvieran una madre que estuviera completamente presente todo el tiempo en lugar de perseguir otros sueños. ¿Les fallé al no rendirme? ¿DeberÃa haber visto el embarazo como el final de mi libro y centrado en el primer capÃtulo de ellos?
Espero que les enseñe que la crianza de los hijos no significa el final de un individuo … pero ¿estoy sugiriendo involuntariamente que no valen mi tiempo?
Técnicamente no he dejar paternidad TodavÃa estoy aquà a tiempo completo con mi hija. ¿No deberÃa eso contar para algo? ¿La paternidad realmente tiene que ser este marco de todo o nada al que nos aferramos?
Se siente mal decir que respiro profundamente cuando dejo a mi hijo en la escuela por la mañana. Pero también sé que el segundo mejor momento de mi dÃa es levantarlo y escuchar lo que hizo allÃ. Está conociendo gente y está aprendiendo. Eso es mucho más de lo que puedo decir por su tiempo en casa.
Antes de que comenzara el preescolar, me preocupaba cómo irÃan las cosas. No sabÃa cómo responderÃa él a la instrucción y estaba preocupado por cómo el sesgo podrÃa filtrarse en su experiencia educativa. Mis temores no se han manifestado y los dos parecemos felices con la forma en que salieron las cosas. Enviarlo a la escuela fue una gran decisión.
Si tengo que hacer algo de trabajo, o una siesta en el medio del dÃa, ¿es algo tan malo? ¿Por qué la maternidad tiene que ser una actividad constante? ¿No puedo descansar de ser la persona de la que todos en mi familia dependen para recibir apoyo?

También hay culpa ligada al privilegio. Sé que millones de mamás nunca tendrán el descanso por el que estoy pagando. Mi madre habrÃa soñado con la oportunidad de estar en casa con sus hijos. SolÃa ​​ser una de esas madres que rezaba para que pudieran tener suficiente dinero para enviarlo a la guarderÃa. Estamos en todo el espectro. Y el hecho de que pueda pagarlo no significa que piense que es correcto que las madres sin dinero no tengan la oportunidad de respirar.
Amo a mi hijo, pero no quiero una vida que solo gire en torno a él. Me gusta vivir la vida y quiero trabajar duro ahora para que cuando tenga la edad suficiente para recordar podamos disfrutar del mundo juntos.
Al mismo tiempo, estoy aprendiendo que realmente no necesito una razón. Mi hijo está en preescolar y está prosperando. Espero llegar a un punto en el que sienta que no tengo que justificar eso ante el mundo.
Creo que tendré que empezar aprendiendo a aceptarlo yo mismo. Enviarlo a preescolar no significa que no me importe. Simplemente resalta mi voluntad de amarme a mà mismo tanto como amo a mi familia.