Su mochila estaba lista junto a la puerta trasera. Su lonchera estaba llena, y sus formularios escolares estaban bien guardados en una carpeta nueva, al lado de una caja de lápices con lápices recién afilados.
Mientras estaba parado en nuestro vestĂbulo, la noche antes de la escuela, suspirĂ© profundamente.
Un gran dĂa se avecina.
SubĂ las escaleras y abrĂ su puerta en silencio. Ya estaba dormido, tumbado en la cama con su estilo caracterĂstico, con los brazos en alto y las mejillas flojas por el sueño pesado. Le apartĂ© el pelo rizado de la cara y le besĂ© la frente. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras pensaba en su nueva aventura en la mañana.
Mi bebé, mi primogénito, estaba en la secundaria.
Y me dolĂa el corazĂłn.
PensĂ© en la noche anterior a su primer dĂa de jardĂn de infantes y sonreĂ a medias por lo difĂcil que fue para mĂ subirlo al autobĂşs. PensĂ© en su cara de 5 años, su nĂşmero de autobĂşs en un recorte de un autobĂşs que colgaba de su cuello con un trozo de hilo. CĂłmo corriĂł hacia el autobĂşs cuando mi corazĂłn se rompiĂł, cĂłmo su rostro sonriente en la ventana hizo que las lágrimas fluyeran incluso antes de que el autobĂşs se alejara. PensĂ© en lo difĂcil que era soltar su mano y dejarlo volar solo por primera vez.
Lo que no sabĂa entonces era que en su primer dĂa de jardĂn de infantes, tenĂa el don del tiempo.
El dĂa que lo enviĂ© al jardĂn de infantes, su carrera escolar se desarrollaba frente a nosotros. TenĂa 12 años a partir de ese dĂa para acostumbrarme a que se dirigiera a la universidad. Año tras año, grado por grado, ha ido avanzando poco a poco hacia la graduaciĂłn, hacia el momento en que vivirá lejos de nuestra casa.
Acaba de comenzar su Ăşltima escuela antes de la universidad. Solo tengo tres primeros dĂas más de escuela con Ă©l.
No estoy listo, muchachos.
Pero sĂ© que lo es, o lo será, porque lo he criado para que nos deje. Lo he criado para que sea independiente y responsable, y lo veo alejarse, un dĂa a la vez.
Es el orden de las cosas, sĂ.
Pero no hace que sea más fácil ver que has logrado ayudar a tu hijo, tu primogénito, a volar en la cooperativa.
Kindergarten son las loncheras y zapatillas Lightning McQueen que se iluminan desde Target.
La escuela secundaria es dinero en su cuenta de almuerzo y zapatillas deportivas del tamaño de botes porque ahora es un hombre.
Kindergarten es conferencias de maestros y correos electrónicos al maestro sobre su dificultad con las matemáticas.
La escuela secundaria nunca aprende los nombres de sus maestros y depende de él para pedir ayuda en clase.
Kindergarten es fiestas de clase, desfiles de Halloween y tardes en el parque.
La escuela secundaria es las primeras citas, las llaves del auto y los toques de queda de medianoche.
Kindergarten saluda al autobĂşs por la tarde y habla con entusiasmo sobre su dĂa.
La escuela secundaria es “Tengo esto, mamá. CaminarĂ© a casa “y” Mi dĂa estuvo bien “.
Kindergarten es papel de construcciĂłn y barras de pegamento.
La escuela secundaria son proyectos informáticos y tecnologĂa que no entiendes (aunque gracias a Dios que sĂ).
Kindergarten es “¡Me voy a casar contigo, mami!”
La escuela secundaria es “Entonces, conocĂ a esta chica, Ma …”
Kindergarten es una tonterĂa a la hora del baño y acurrucarse a la hora de acostarse con el cabello mojado, pijamas de fĂştbol y libros ilustrados.
La escuela secundaria es “ÂżCuándo fue la Ăşltima vez que te duchaste, muchacho?”
Kindergarten es un regalo para el DĂa de la Madre hecho con huellas de manos y su nombre firmado en crayĂłn.
La escuela secundaria es una tarjeta divertida y un “Te amo, mamá”. Te preguntas cuándo sus manos se hicieron tan grandes cuando te envolviĂł en un abrazo.
Kindergarten es el comienzo.
La escuela secundaria es el principio del fin.
Kindergarten es tu niño pequeño.
La escuela secundaria es el niño que aún puedes ver cuando la luz le llega a la cara.
Solo que ahora ha crecido.
Sabes que tu tiempo con Ă©l en casa se está desvaneciendo; Los momentos en los que su familia siempre se sentirá completa al final del dĂa están llegando a su fin.
Te dices a ti mismo que estará bien, que siempre querrá volver a casa.
Piensa en sus propios dĂas universitarios y sabe que ese no es el caso.
Y estás feliz por él, ya que saluda esta última fase de su infancia con entusiasmo y optimismo.
Pero cuando ves el final de la carrera, la luz al final del tĂşnel, te das cuenta de que cuando llegues a la lĂnea de meta, comenzará una carrera completamente nueva, una que no correrás junto a Ă©l. .
Deseas con todo tu corazĂłn poder estar nuevamente en la lĂnea de partida.
Mientras lo veĂa subir al autobĂşs a la escuela secundaria, mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazĂłn me dolĂa más profundamente que en su primer dĂa de jardĂn de infantes.
El autobĂşs se alejĂł y mis ojos se encontraron con los suyos. LevantĂł la mano, agitĂł rápidamente y articulĂł: “Te amo” porque sabĂa que lo necesitaba.
Y luego sacó la lengua e hizo una mueca tonta porque es un adolescente, y quiere que su madre regrese a la casa ahora y deje de preocuparse por él.
Le devolvĂ el saludo y me reĂ.
Preparatoria, aquĂ vamos.