Bueno, finalmente ha llegado el dĂa, el primer dĂa de clases.
Cuando entregue a mi hijo, primero te dirĂ© gracias. Gracias por todas las cosas. DespuĂ©s de apenas sobrevivir los Ăşltimos 95 dĂas en casa con mis queridos querubines salvajes, me recordĂ© una vez más cuánto te necesitamos. No sĂ© cĂłmo lo haces, pero mereces todos los premios, dĂłlares y vinos por lidiar con estos rugrats todo el dĂa. Seriamente.
Siguiendo de cerca ese gran agradecimiento gigante, te darĂ© un casi tan grande Lo siento. En mayo, tenĂa grandes planes para todo el enriquecimiento educativo que harĂamos durante el verano. ¡TendrĂamos un club de lectura familiar! ¡PracticarĂamos datos matemáticos! ¡HacĂamos experimentos cientĂficos en la cocina y aprendĂamos español y tocamos el piano! Tobogán de verano? ÂżQuĂ© diapositiva de verano? Mis hijos volverĂan a la escuela en septiembre, incluso más listos que en mayo.
SĂ … sobre eso …
Lo siento.
Lamento que el tobogán de verano se convirtiera en el “resbalĂłn y tobogán de verano” para nosotros porque nos caĂmos duro y rápido y torpemente de cualquier tren de desarrollo educativo en el que estábamos. TenĂamos buenas intenciones de leer más libros durante el verano, pero los dĂas eran calurosos y la piscina nos hizo señas.
Lamento dejar que las hojas de actividades se queden sin terminar y en blanco, por no llevar un diario escrito o hacer operaciones matemáticas o practicar tarjetas didácticas. TenĂa planes de implementar algo de tiempo educativo cada dĂa, pero algunos dĂas me tomĂł toda mi energĂa solo para evitar que mis hijos se mataran entre ellos. Los datos matemáticos simplemente no estaban en las cartas. Lo siento.
Lamento no estar ni remotamente familiarizado con este concepto conocido como “horario” en este momento. Comimos paletas en la sala de estar y cenamos frente a la televisiĂłn. La hora de acostarse se deslizaba cada vez más tarde hasta que ya no estábamos seguros de quĂ© hora era realmente la hora de acostarse. Un baño en la piscina pasĂł como un baño durante dĂas (semanas?). Comimos galletas y pastelitos para el desayuno algunos dĂas, y comimos huevos revueltos y panqueques para la cena en otros dĂas. Y por eso, lo siento.
Lamento todos los buenos hábitos que no tenĂamos y todos los malos hábitos que tuvimos durante el verano.
Nos quedamos despiertos hasta tarde. Pasamos dĂas, semanas y meses en la piscina. Saltamos del trampolĂn unas 783 veces. Recogimos conchas del fondo del lago y aprendimos a lanzar una bola de nudillos. Subimos a los árboles y tomamos viajes por carretera. Vimos muchas pelĂculas y corrimos bajo la lluvia. Jugamos PokĂ©mon Go y comimos mucha comida chatarra. Estábamos perezosos y ocupados, todo al mismo tiempo. Éramos tontos, juguetones y no programados.
En otras palabras, pasamos el verano actuando como niños pequeños. Y aunque lamento muchas cosas, no lamento ese. La infancia es una temporada corta y dulce, al igual que el verano, y a veces es necesario tirar la lista de “deberĂa” por la ventana y exprimir cada gota de dulzura que pueda.
Usted lo consigue. Yo sĂ© que tĂş. Entiendes que los niños necesitan ser niños. Entonces, tal vez mis disculpas por todo lo que no hicimos son menos disculpas para ti, ya que son disculpas para mĂ, porque en esta cultura ocupada de hacer más, en la que vivimos, es fácil dejarse atrapar por la trampa de la culpa de la insuficiencia simplemente por dejar que nuestros hijos sean niños.
Entonces, mientras dejo caer mi dulce querubĂn disfrazado de pagano salvaje, te doy el más sincero gracias y Lo siento. Lamento que la primera semana (oh, Âża quiĂ©n engañamos las primeras semanas?) Seremos una mierda de niños cansados ​​que olvidaron cĂłmo quedarse quietos durante 10 minutos, y mucho menos leer un libro de capĂtulos o trabajar en datos matemáticos. Nuestras horas de dormir relajadas, las comas de azĂşcar y la pereza general del verano harán que su trabajo tan duro sea aĂşn más difĂcil.
Lamento que mientras estĂ©s lidiando con tu propia transiciĂłn dolorosa de regreso al año escolar, tambiĂ©n estĂ©s ayudando a estas criaturas bronceadas, pegajosas y salvajes a que tus estudiantes tambiĂ©n llamen a la transiciĂłn al año escolar. Lo siento por esos primeros dĂas en los que querrás esconderte en el armario del conserje con una botella de bourbon, pero en lugar de eso, sonreirás a estos matones de ojos borrosos con nada más que entusiasmo y calidez mientras preguntas ansiosamente, “ÂżQuĂ© hiciste todo el verano?”
Y sabes que la respuesta será no ser “practicaron las matemáticas” o “terminĂ© mi registro de lectura” porque los niños deberĂan ser niños.
Gracias. Y lo siento. No eres nada menos que un superhĂ©roe. Buena suerte. Solo 276 dĂas hasta el prĂłximo verano.