Mi primer embarazo fue un rudo despertar. No fue la hinchazĂłn, la acidez estomacal o la incapacidad de mantener mi orina en mi cuerpo hasta que decidĂ por mi propia voluntad dejarla salir. Fue la constataciĂłn de que las cosas de bebĂ© son U-G-L-Y. Todo es de plástico. Las opciones de color son tan fuertes como el EDM que sale de ella. A veces, esos ruidosos juguetes se dispararán sin previo aviso mientras intentas doblar algunos de los malvados Lil ‘slugger o Cute Like Auntie onesies que no pediste pero todos pensaron que era una buena idea literalmente bañarte.
Cuando mi hijo tenĂa 2 años y estaba embarazada de mi hija, decidĂ hacer un descanso limpio. Lo redondeĂ© lo peor. Trenes que cantaban el alfabeto una y otra vez. Tortugas que muestran espectáculos de luces con mĂşsica digna de un bebĂ© rave. AlgĂşn caracol raro que se balanceaba de un lado a otro mientras hacĂa ruidos espeluznantes que me sobresaltaron una vez. Y este teclado del infierno que tenĂa forma de gato e hizo maullidos con cada pulsaciĂłn de tecla.
Los aplastĂ© a todos y esparcĂ sus restos por mi jardĂn delantero como una advertencia a familiares y amigos: “Vengan a cumpleaños y Navidad, sus dispositivos de tortura no son bienvenidos aquĂ”.
O los doné a todos. Está un poco borroso, con los apagones de ira.
Dedicado a una sensaciĂłn de calma minimalista en nuestro hogar, arreglĂ© cuidadosamente canastas de juguetes de madera y tela que permitirĂan a mis hijos usar su imaginaciĂłn. JugarĂan con sus juguetes, no estarĂan jugĂł a. Bloques de alfabeto y rompecabezas gruesos. Muñecas no sexualmente agresivas. VĂas y trenes de madera. Todo en tonos tierra reconfortantes y texturas naturales. Di un paso atrás y contemplĂ© la belleza con la que iban a crecer mis hijos, como lo harĂa cualquier hipster bien intencionado y pionero.
Mi hijo se puso a trabajar con algunos bloques, y fui a la cocina para comenzar a preparar la cena. Cuando busquĂ© una olla en uno de los armarios inferiores, me sentĂ mareado por la paz y la tranquilidad que estarĂa disfrutando mientras cocinaba esa tarde.
Cerré el armario y salté. Mi hijo estaba parado al otro lado, mirándome como un pequeño monstruo de El brillante. Me oriné un poco.
Las siguientes horas las pasó jugando a la defensa. Bailé entre mi hijo y una estufa caliente, tratando de mantenerlo ileso y evitar que el pollo se quemara. Mientras intentaba cortar un solo camote, hubo no menos de 12 interrupciones con solicitudes para jugar o leer. Estoy a favor de pasar el rato con mi hijo y vivir el momento y esa mierda, pero son las 5:15 p.m., amigo. Sal de mi camino, o vamos a comer un cereal para la cena.
Me lancĂ© a la televisiĂłn y apareciĂł un DVD que sabĂa que podĂa hacer para lo que no tenĂa tiempo en ese momento exacto: entretener a mi hijo. Se arrastrĂł en el sofá, sus ojos vidriosos, y retrocedĂ lentamente mientras el más mĂnimo trozo de baba se deslizaba por su barbilla. Elmo, he hablado muchas cosas sobre ti en el pasado, y por eso, lo siento mucho. Me hiciste una buena noche, mi muppet.
Al tirar todos los juguetes electrĂłnicos, rápidamente lleguĂ© a comprender su verdadero valor. Nadie con niños inventarĂa esas cosas molestas para divertirse. Fueron creados como una distracciĂłn, como una herramienta para nuestra supervivencia. Y como un tonto, los dejĂ© a un lado sin apreciar el papel que jugaron en nuestra familia.
Antes de deshacerse de todas las muñecas parlantes y los generadores de ruido en su hogar, considere el costo. El costo de una niñera a tiempo parcial y un chef personal de nivel medio, especĂficamente. Pasar tiempo de calidad con sus hijos, por supuesto, no tiene precio. Pero tambiĂ©n lo es el lujo de orinar solo sin dejar la puerta abierta para escuchar el sonido de un pequeño incendio. Si está a punto de comenzar una purga importante de juguetes, hágase un favor y guarde algunos ruidosos en un lugar seguro para los momentos desesperados. Agregue algunas baterĂas adicionales para la buena suerte. ÂżYo? EstarĂ© buscando tiendas de consignaciĂłn este fin de semana para comprar nuestros juguetes viejos por el doble de lo que obtuve por ellos.