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Entonces, mi hijo de tres años tuvo una caries en su primera visita al dentista. Rápidamente se hizo evidente que no podrÃa llenar la cavidad con un poco de ayuda, por lo que se programó otra cita para que le dieran un sedante suave junto con óxido nitroso para calmarlo y permitir que el dentista haga su magia. Estaba hecho un desastre la noche anterior. ¿Y si hubiera complicaciones?
Llegamos, y al estilo de Alicia en el PaÃs de las Maravillas, le dieron tazas pequeñas, “Bébeme”, me imaginé que dijeron, pero solo estaban numeradas 1 y luego 2. Las bebió sin problema. Y luego nos llevaron a una pequeña y acogedora habitación con un sofá y la televisión se convirtió en un nivel tranquilo. Las luces eran tenues. El asistente me dijo que comenzarÃa a volverse menos activo y que no deberÃa preocuparme si se queda dormido, “está bien”, me aseguró.
Una hora, estuvimos allÃ. Una hora que pasé viendo a mi hijo pasar de una estanterÃa de regreso al sofá que estaba usando para un trampolÃn, y luego otra vez para agarrar otro libro hasta que la vació. Salà y pregunté si era normal que los niños se pusieran un poco hiperactivos antes de calmarse. Y la respuesta fue que no, eso no era generalmente el caso. Cuando terminó la hora y el dentista estaba listo, mi hijo estaba loco. En la silla del dentista, mi hijo escogió el olor a chicle para su “nariz” por la que salió el óxido nitroso. El dentista me dijo que mi hijo estaba en el “10%” de los niños que tenÃan el efecto contrario del medicamento para la sedación. El gas de la risa no hizo ninguna diferencia. Ninguna. Mordió el dedo del dentista y arrancó la nariz del chicle.
Mi primer pensamiento fue que, por supuesto, estaba en el 10%. Por supuesto que era. El dentista me dijo que probablemente se quedarÃa dormido cuando llegamos a casa, pero eso tampoco sucedió. Estaba rebotando hasta que finalmente se durmió a las 8:30 p.m. y se levantó temprano a las 6 de la mañana del dÃa siguiente.
¿O fue más? Me dijeron el año pasado durante algunas pruebas que mostró algunas “banderas rojas” para un diagnóstico de TDAH en el futuro. Un lado de mà cree que él es solo un niño pequeño con mucha energÃa. El otro lado sabe que cada noche, cuando nos sentamos a cenar, no podremos hacer que se siente. A veces parece que hay una cuerda invisible atada a él, que lo saca de su silla.
Sé que a mi hijo le cuesta mucho esperar su turno. Sé que tiene dificultades para controlar sus emociones, particularmente su ira. Sé que no deja de inquietarse o retorcerse incluso cuando podemos hacer que se siente. Sé que se mueve de una tarea a la siguiente sin completar la primera. Y sé que tiene problemas para prestar atención. Incluso cuando estoy en su cara hablando, la mayorÃa de las veces su mente está en otra parte. Es un soñador. Un vagabundo. Sé que estos son signos de TDAH, y que tal vez estén en algo, pero todavÃa no estoy allÃ. Lo he visto superar demasiado para ponerlo en cualquier casilla en este momento.
Por ahora elijo verlo asÃ: en la oficina del dentista, mi hijo cometió un error. Ya ves, él es un superhéroe. No sabe el alcance de su potencial y, por lo tanto, no sabÃa que se suponÃa que debÃa fingir que la medicina funcionaba.
Se suponÃa que no debÃa mostrarle al mundo exterior que tenÃa una fuerza sobrehumana, resistencia a nuestra medicina tonta y una energÃa infinita independientemente de nuestro llamado “sueño”. Cuando dormimos por la noche, estoy convencido de que practica volar por la casa. Las cosas simplemente parecen diferentes en la mañana.
Quizás todos los niños difÃciles son superhéroes en entrenamiento; es solo que todavÃa no saben cómo controlar sus poderes. Quizás estar en el 10% significa que hay otros héroes por ahÃ. Quizás mi chico es un superhéroe. O tal vez estoy equivocado.
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