Veo tus hombros caídos y tu cabeza baja cuando sales de la escuela.
Te veo recitando tu presentación de memoria, a pesar de que las palabras están frente a ti.
Te veo en la biblioteca, hojeando Dónde está Waldoy tratando de esconderlo de tus compañeros con sus libros de capítulos.
Te veo contando chistes, deteniéndote, inventando excusas y algunas veces metiéndote en problemas para evitar la vergüenza relacionada con tus diferencias de aprendizaje.
Te veo colapsar en la cama, exhausto, al final de cada día escolar.
Y desearía que el mundo también te viera. No solo un alborotador que no puede quedarse quieto. Quien usa jeans negros y sudaderas con capucha todos los días. El bromista que evita leer delante de la gente.
Desearía que pudieran ver tu corazón. Cómo defiendes a tu hermano pequeño y a cualquiera que sea molestado. Cómo te tragas tu orgullo para pedir ayuda y cómo eres el primero en saltar y ayudar a alguien más.
Usted abre puertas, lleva comestibles, traspala el camino de entrada y limpia su habitación sin que se lo pidan. Eres increíblemente perspicaz y puedes ver en mis ojos si estoy teniendo un mal día, y siempre te detienes y preguntas: “¿Qué pasa, mamá?”
Veo tu incansable trabajo duro y lucha. Veo tu frustración y cómo a veces se convierte en ira, y desearía que hubiera más que pudiera hacer para ayudarte.
Puede reírse cuando alguien se burla de su escritura u ortografía, pero veo el dolor en su rostro. Y sé que estás haciendo tu mejor esfuerzo, que es todo lo que podría pedirte.
Te veo bebe. Y creo que eres increíble.
Sigue luchando y mantén la cabeza en alto. Eres increíble, y algún día sé que el mundo también verá lo que yo veo en ti.