Hace poco escuché la historia de un amigo que recurrió a su esposa cuando dejaron a su hijo menor en su dormitorio de la universidad y le dijo: “… como estaba diciendo”.
La conversación entre los cónyuges que fue interrumpida casi dos décadas antes ahora podrÃa reanudarse. Si bien esto seguramente se dijo en broma, hay un elemento de verdad en el hecho de que la paternidad activa es una interrupción larga y amorosa a nuestra edad adulta que, una vez que los niños se van, puede reanudarse de una forma u otra donde lo dejamos.
En ese sentido, he notado algunas cosas sobre la vida sin hijos:
• SerÃa más fácil vivir en un “nido vacÃo” si tuviera un nombre diferente. Prefiero no definir las próximas décadas por lo que está ausente de mi vida.
• El viaje al nido vacÃo es un ajuste, tan grande como el ajuste de tener hijos. Vendrá en fases, algunas llenas de gran orgullo y alegrÃa, otras con lágrimas. Refleja la experiencia que tuvimos 18 años antes. Con mucho más sueño.
• La tienda de comestibles tiene más recuerdos y recordatorios ocultos de lo que podrÃa haber imaginado. Cada pasillo parece contener la comida favorita de alguien y la pequeña nostalgia que la acompaña.
• De la misma manera que un mundo de amigas mamá se abrió para mà cuando nació mi primer hijo, hay un mundo de madres nido vacÃas que están felices de hacer planes para cenar en una noche escolar. Y no hay noches escolares.
• La conmoción de tener esta maravillosa etapa de la vida familiar que termina abruptamente toma mucho más de tres semanas para recuperarse.
• Mis hijos, Dios los ama, eran unos cerdos que no sentÃan la compulsión de guardar nada. Si bien siempre sospeché esto, ahora la evidencia se puede ver en mi casa y en sus dormitorios.
• Mi esposo es más ordenado de lo que creÃa. Creo que puede haber sido alquitranado con el cepillo de mis niños desordenados.
• La luz de bajo combustible de mi auto nunca se enciende, una vista que a menudo me saludaba a primera hora de la mañana cuando compartÃa mi auto con tres adolescentes.
• No importa cuánta atención te prometas a tu cónyuge, los niños de todas las edades son una distracción incesante. Es realmente un regalo después del caos de las últimas dos décadas encontrarlo todavÃa aquÃ.
• Un nido vacÃo viene con una cierta sensación de ligereza, de haber dejado una carga pesada. Incluso en los dÃas en que está fÃsicamente libre de sus hijos, cuando están en la guarderÃa, la escuela o en la casa de un amigo, no está psicológicamente libre de sus vidas cotidianas hasta que se hayan ido de casa.
• Nunca te das cuenta de lo ruidosos que son los electrodomésticos de tu cocina hasta que tus hijos se van de casa.
• Actividades que alguna vez se sintieron como una carga: los viajes compartidos, las prácticas que llegaron tarde, las 11 p.m. Recogida el sábado por la noche: en realidad fueron momentos maravillosos para compartir con otros padres, momentos que ahora son fáciles de perder.
• Los niños universitarios pueden sentir nostalgia, pueden perder la comodidad de sus propias camas, pero un adolescente que está listo para la universidad se mudará a su nueva vida a una velocidad que hará que su cabeza gire. Podemos desanimarnos durante los últimos 18 años pero, si todo va bien, apenas mirarán hacia atrás.
• Los niños vienen con montañas de basura, desde el primer columpio para bebés hasta la última mochila desechada, y no extrañaré ni una sola pieza de sus pertenencias. Purgar su casa después de que sus hijos se vayan es como finalmente limpiar la minivan; no tenÃas idea de lo malo que era hasta que empezaste.
• El silencio que viene con un nido vacÃo es a la vez un poco inquietante y muy agradable, todo al mismo tiempo.
• Solo los adolescentes arruinan una cocina en medio de la noche. Sin adolescentes, sin desorden.
• Todos los chistes sobre niños universitarios y lavanderÃa resultan ser ciertos. Esa primera llamada telefónica o mensaje de pánico realmente tendrá que ver con mezclar brillos y blancos.
• Después de décadas en mi casa, mis hijos no parecen saber con qué frecuencia se lavan las sábanas. Esta será la segunda llamada.
• En algún momento, al visitar a su hijo en el campus de su universidad, ver las clases que están tomando y los amigos que están haciendo, olvidará lo feliz que está por ellos y, en un ataque de extrema envidia, querrá ser ellos.
• Y finalmente, el nido vacÃo va a ser genial, esto realmente lo creo. Pero la verdad es que lo harÃa de nuevo, en un abrir y cerrar de ojos.
Esta publicación apareció originalmente en Crecido y volado.